¿Qué clase de problema puede tener un país, que genere tantos fallecidos al año y sin que pueda radicarse?

El año pasado fallecieron en España 1.806 personas en accidentes de tráfico. Esta cifra de muertes en accidentes se está manteniendo y el problema es que este estancamiento algunos lo llaman “milagro”.  Pero ¿vamos a conformarnos con miles de fallecidos cada año?

Desde hace diez años la cifra sigue en torno a las 1.800 y 2.000 víctimas mortales. Es cierto que gracias al endurecimiento de las sanciones y la entrada en vigor del carnet por puntos, las cifras alcanzadas en 2006 de 4.104 fallecidos han ido descendiendo, pero aun no podemos bajar la mirada y resignarnos ante este problema que sigue costándonos tantas vidas.

Tampoco debemos pasar por alto el porcentaje de usuarios vulnerables –peatones, ciclistas y motoristas– que va en aumento y que ya suponen casi la mitad del total. En 2018 fallecieron 421 personas en accidente de moto.

Al parecer, hemos asumido que semejantes cifras son aceptables pero ¿de cuántas vidas y familias rotas hablamos? Esta suma sigue siendo una barbaridad. Una muerte gratuita que llega de repente y sin concienciarnos de ante mano.

¿Los responsables de los accidentes de tráfico?

¿Por qué solo culpamos al conductor?

De forma habitual escuchamos como la velocidad, el alcohol, las drogas, y hoy en día el uso del teléfono móvil, son los culpables. Desde luego que estos factores intervienen pero siempre ligados a otras circunstancias que hacen que no logremos reducir tajantemente este problema.

Cada día se producen millones de trayectos para ir al trabajo, llevar los niños al colegio, ir a la compra, visitar a la familia; Camiones de transporte, autobuses, furgonetas de logística, motoristas con comida de reparto; ciclistas y peatones, etc. La inmensa mayoría de los conductores lo hacen bien y muchos pueden pensar que la cifra es aceptable, pero aún faltan tomar medidas efectivas. 

Una vida no tiene precio por tanto, no puede existir una relación estadística que haga conformarnos con estas cifras y normalizarlas como si no pudiéramos hacer nada más. 

El problema no radica solo en la velocidad, el alcohol, las drogas, y/o el teléfono móvil, sino cuando existe un cumulo de varios factores ligados: una situación meteorológica complicada, una curva inesperada o un diseño o mantenimiento inadecuado de la carretera. ¿Por qué solo culpamos al conductor? ¿Hemos llegado a la cifra mínima que podemos lograr, o simplemente debemos buscar nuevas soluciones?

La Seguridad Vial lleva consigo otros factores como educación, tecnología, infraestructuras (hay áreas con influencia en la siniestralidad que requieren mayor atención) y casi todas las soluciones radican en la vigilancia y la sanción. 

Las condiciones de seguridad pueden mejorar. La responsabilidad no es únicamente del conductor y sin duda hay que seguir avanzando en lo que a carreteras y tecnología avanzada en seguridad porque las cifras demuestran que aun no está el problema zanjado. 

Debemos buscar otras soluciones que rompan con lo hecho hasta ahora y trabajar más a fondo por una Seguridad Vial comprometida.

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